¿Cuándo se puede decir que comienza un proyecto de trabajo?
Quizás lo que hoy es Cedelma se remonta a mi niñez, cuando mis abuelas me enseñaron las
primeras puntadas sobre una tela… ya entonces sentí que no sólo era algo que me gustaba, era
proyectar parte de mi interior en una hebra de hilo y un pedacito de tela. Ni qué decir cuando
pude empezar a coser en una máquina, aquellas viejas máquinas Singer. De pronto sentía que
podía crear todo un mundo que imaginaba a partir de mis manos y de todo lo que llevaba por
dentro.
Fui creciendo y aprendiendo cada vez más. Durante mi adolescencia siempre hubo trabajos de bordados y costura… y mi ser mujer se iba realizando en esos detalles. Perseguía la perfección, el acabado impecable… Después he comprendido que Dios ha sembrado en nuestro corazón esas ansias de perfección en nuestras obras, porque estamos llamados a la trascendencia, precisamente a ese ser perfectos en el cielo. No sólo en lo que hacemos sino en lo que somos. Y eso lo vivimos, lo anhelamos y lo traducimos en nuestras obras, desde la tierra hacia el cielo.
Al formar mi familia, mis hijos fueron los primeros depositarios de mis trabajos. Descubrí cuánto me gustaba el trabajo para bebés y es uno de los aspectos de mis trabajos en los que más me he especializado. Vino después aprender a bordar a máquina y descubrir con cuanta perfección se lograban infinidad de trabajos y en tiempos mucho menores.
Nunca hay que devaluar el trabajo personal y manual que existe aún con ayuda de una máquina. Y muchas de las puntadas que se pueden lograr y las producciones que no se harían a mano. Con el paso de los años el inevitable deseo de crecer, de unir lo que la tecnología nos permite alcanzar y ese deseo y ansias de superación y perfección en la labor del bordado.
Así nace, y un poquito empujada por mis hijos ya mayores a un nombre de corte más empresario, a una página web que permita llegar a otros lugares y otras personas con una maquinaria ya semi industrial y con uso de ordenadores para el diseño
Hay otra faceta que nace en estos últimos tiempos y que no quiero dejar de destacar, ya que resulta de suma importancia en lo que constituye el perfil de esto que hemos emprendido y que es el bordado y confección de ornamentos litúrgicos como parte de un apostolado al que me siento llamada y comprometida. Es el desarrollo del arte y el conocimiento de los signos, símbolos y riqueza de la liturgia de la Iglesia Católica y poder educar desde la belleza de lo simbólico, a la vez que expandimos el valor de lo sacro en la liturgia.
Que la belleza, sobriedad y perfección de un bordado provoque el gusto y la satisfacción interior de quienes se acercan a nosotros.